Reflexión sin formato alguno

Hoy en la facu tuvimos una clase muy interesante donde vimos: VULNERABILIDAD.

¿Cuántas veces dejamos de hacer o decir por miedo a ser juzgados? ¿Qué va a pensar de mi? ¿Qué van a decir los demás? 

Y yo pregunto ¿Qué "demás"? Si no somos más que fragmentos del TODO en una ilusión de separatividad donde miramos desde distintas perspectivas una misma cosa, que en sí no es más que producto de una ilusión creada por nosotros mismos. En definitiva somos gotas del mismo océano, en si no somos nada y somos todo al mismo tiempo.

Esta ilusión que existe un otro no es más que eso, ilusión. 

¿Qué tan sencillo sería todo si recordáramos que lo que vemos afuera no es más que una proyección nuestra?

Por supuesto que en este juego donde existe la separación aparente, respetamos o esa es la idea, la individualidad y entendemos que escapa de nuestro control la acción o reacción de ese aparente "otro" ante nuestros actos y la libertad que el libre albedrío indica. Pero entendamos algo, cuanto más nos hacemos responsables de nuestra libertad, más nos tenemos que hacer cargo de la sinceridad que es urgente. La vitalidad que existe ante la autenticidad es liberadora en si misma.  

No quiero negar con esto la condición humana atravesada por emociones y pensamientos, ni mucho menos. Sino, todo lo contrario.

Exponernos ante la vulnerabilidad nos hace humanos, libres, pensantes, sentipensantes, espirituales si se quiere.

Vivimos contruyendo personajes tras murallas de corazas que la experiencia nos brinda. Mas no olvidemos que lo esencial es invisible a los ojos, que la proyección interna es tal cual. Los espejos abundan y los corazones necesitan latir al ritmo de lo natural, lo genuino, lo "real".

Me propuse disfrutar el juego, como intenté siempre, esta vez, dejando de intentar y simplemente jugando. Sin expectativas de nada más que ser yo misma.

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